jueves, 14 de enero de 2010

No es este día nublado, lo que permanece
como el sonido musical melancólico de mis manos
Escribiendo.
No es esta soledad que me acompaña,
en mi habitación roja, monótona y aburrida.
No es la sensación de extrañarte ampliamente,
de desearte con locura,
o de no controlar esta fascinación
por tu sonrisa, tu cuerpo, y tus ojos.
No es ni siquiera el beso húmedo
al que estoy habituada,
o el roce impertinente de tus manos sobre mis piernas
al manejar.
No, tampoco son los libros de poesía que se encuentran
olvidados en un rincón,
o los poemas que he escrito día tras día para ti
Sin que los leas.
No es el te amo que te digo contante,
y que de la constancia parece más una frase aburrida.
Tal vez solo es la ausencia en mi cama,
indiferencia color verde,
los desplantes visuales,
esos viajes mentales que haces sin mi,
la relación pagana que nos han enseñado a soportar,
la aferración.

sábado, 2 de enero de 2010

La fantasía irrevocable del orgasmo eterno.
Recostadas,
sumergidas las horas en un campo, donde todo se detiene…
Tu aliento taciturno sobre mi oído derecho,
el hábitat de nuestros roces,
caricias,
besos interminables, llenos de olvido…
Cuartos que guardan nuestros hijos imposibles,
cuartos que callan los sonidos risueños,
artificios.
Hablamos un solo lenguaje y nos entendemos.
Se socavan los incesantes rasguños
que desgajan la apariencia imperfecta,
de nuestras heridas
columpiadas en tranvias visuales,
llenos de otoño,
invierno,
el ártico.